Transformar una historia sencilla y cotidiana en una trama compleja, sensible y profunda ya es un ejercicio natural para las gemelas Marull, dupla fuerte y consolidada del teatro off porteño, y su nueva puesta, Hidalgo, lo confirma. Con dirección y dramaturgia de María Marull, y la actuación de Paula Marull y Agustín Daulte, la obra narra el encuentro entre Susana, trabajadora de una inmobiliaria, abrumada por un jefe hostil y una tediosa rutina, y Víctor, un adolescente retraído y conflictuado. Desde un primer momento, sus intereses entran en tensión cuando Susana visita un departamento para mostrarlo a unos posibles compradores y descubre a Víctor, un particular inquilino que se convierte en un obstáculo para su negocio. En la espera interminable de los clientes que nunca llegan, él le cuenta que al día siguiente debe entregar un trabajo práctico sobre el poeta Bartolomé Hidalgo para no repetir el año escolar, y desde entonces el conflicto inicial se transformará en un vínculo con el que intentarán redimir frustraciones mutuas. 

Convocada el año pasado por el Teatro Nacional Cervantes, en el marco del Ciclo Bicentenario de Teatro Semimontado, María Marull aceptó el desafío de escribir una obra sobre Bartolomé Hidalgo, el fundador de la poesía gauchesca, de manera que su biografía, prácticamente desconocida, actuara como un disparador y no como eje del relato. “No hay mucho material sobre él; es un hombre del que se sabe poco, no se sabe dónde está enterrado y algunos hasta dudan que haya existido. Para escribir, en el Cervantes me dieron tres hojas con un resumen sobre su vida y algunos cielitos escritos por él. Hidalgo se popularizó por haber sido el primero que introdujo el lenguaje gauchesco en la poesía, utilizándolo políticamente, pero no hay retratos de él, y no se sabe cómo era su cara, entonces me tomé la libertad de ver qué podía hacer con ese material, y así surgió esta historia de Susana y Víctor”, confiesa la directora y dramaturga, autora también de La Pilarcita, otra pieza exitosa del circuito teatral alternativo que transcurre su tercera temporada.

Paula Marull, por su parte, se luce en la puesta con su interpretación de una Susana sensible y divertida, y no sorprende que ella haya sido la elegida por María, porque quien conoce la trayectoria de las hermanas sabe bien que no hay proyecto que no compartan. “Nosotras nos divertimos juntas. Mucho de lo que hacemos es para pasarla bien, y lo que tuvo de bueno Hidalgo es que empezó sin que nos diéramos cuenta. Luego, fue creciendo, y se fue profundizando, pero la obra empezó a armarse en el living de mi casa, sin pretensiones, y con libertad”, señala la actriz.  

Pero las Marull no están solas, y volvieron a convocar a Agustín Daulte para interpretar a Víctor, luego de haber trabajado juntos en 2016 en Los ojos de Ana, obra del autor francés Luc Tartar. Hijo del dramaturgo, guionista y director Javier Daulte, e integrante de una nueva camada de actores jóvenes y talentosos, el actor revela que ser parte del “universo Marull” se dio con la misma naturalidad con la que descubrió su vocación por la actuación hace cuatro años: “Fue tan ligado el proceso de actuar y de crecer en la vida, y se me dio tan amablemente, que trabajar con ellas fue parte de ese devenir. Creo que es un amor que no se planeó. Ellas tienen relación con mi papá, y me conocen desde que era chiquito. Siempre estuvimos juntos”.  

–En la puesta se produce un encuentro entre dos mundos que parecen muy distintos, pero no lo son tanto…

Agustín Daulte: –Sí, ambos personajes están violentados. Susana por su vida misma, y Víctor por lo que ocurre en escena, ya que entran a su casa, le mueven todas las cosas, pero no dice nada. El no tiene papá, está huérfano y viene alguien que parecería que legalmente puede desvalijarlo. Lo lindo es eso, que en la obra no hay ni víctima, ni victimario, porque los dos están presos del mundo.  

–El texto tiene mucho humor, pero no renuncia a lo emotivo y apela al vínculo profundo que se crea entre estas dos personas. 

María Marull: –El humor es lo opuesto a la solemnidad, y aparece en mis textos sin querer, porque es una manera mía de mirar la vida. Al mismo tiempo, los personajes de Hidalgo son sufridos, están desamparados, y el encuentro se produce desde esa soledad. Cada uno está en un polo que parece opuesto, pero a ambos los une ese mismo desamparo. Me sorprende cómo se ríe el público, pero nunca parto desde el objetivo de escribir una comedia, sino que me atraen los personajes con contradicciones. 

–¿Cómo llegaron a componer sus personajes?

Paula Marull: –Cuando a María le ofrecieron participar del Ciclo de Teatro Semimontado, me dio el material para leerlo. En un primer momento, pensamos que a Susana debía interpretarla una actriz que fuera mayor. Yo estaba con otra obra en ese momento, y al principio tampoco me iban a dar las fechas, y un día probamos e hicimos una lectura para ver qué pasaba si la interpretaba, y me entusiasmé. Este es un personaje re alejado de mí, por su manera de ser, pero a la vez, cuando lo leía, sentía que su lenguaje gracioso y profundo era algo posible para mí. 

A.D.: –María me mandó el material, y nos juntamos los tres a leerlo. No hubo muchos miramientos de mi parte para hacerlo, y lo que más me interesó, a priori, fue el discurso final de Víctor. Recuerdo que la primera vez que leímos el texto me emocionaba sólo con la lectura. Hay una búsqueda en la obra, y al final emerge la luz. 

– ¿Por qué deciden trabajar juntas en la mayoría de sus proyectos? ¿Es una necesidad mutua?  

M.M.: –Una como dramaturga y directora está bastante sola, porque tiene que tomar mil decisiones todo el tiempo, y poder compartir eso con alguien es la gloria. Yo siempre prefiero que Paula esté en el proyecto, porque es más divertido, y tenemos puntos de vista parecidos. Por otro lado, Agus no es de la familia, pero casi, porque lo conocemos desde chiquito, y tenemos una relación con su papá, Javier, que es nuestro maestro y amigo, con quien nos hemos formado. Cuando me llamaron para escribir esta obra, que era una experimentación, tuve ganas de llamar a gente con la que me sintiera cómoda. Sé que Paula me va acompañar a donde sea, y con Agus me siento súper cómoda dirigiéndolo. Hay una confianza ganada, un mismo lenguaje y una manera de trabajar parecida. 

P.M.: –Hay una necesidad de trabajar juntas, pero no desde la exigencia, sino desde las ganas de que la otra esté en el proyecto propio. Siempre para mí es lindo que esté ella, porque siento que es todo ganancia. Por un lado, desde lo artístico, nuestro universo es similar. Las imágenes que uno evoca son la vida que vivió y en nuestro caso inevitablemente las experiencias son las mismas. Por otro lado, desde lo humano, nos gusta estar juntas. Como dice María, el rol del director es solitario, y estar con alguien compartiendo eso no tiene precio.

* Hidalgo puede verse en El Camarín de las Musas (Mario Bravo 960), los jueves a las 21 y los viernes a las 13.