#TeatroInfobae: 5 obras para indagar en la difícil relación entre padres e hijos

Subir a escena los pormenores de los vínculos familiares tiene tantos años como el teatro mismo, sin embargo es un tema que nos ayuda a pensar nuestras relaciones paternales y maternales. En esta nota, un listado de puestas teatrales que no sólo nos hacen reflexionar, también disfrutar

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El teatro que indaga en la difícil relación entre padres e hijos
El teatro que indaga en la difícil relación entre padres e hijos

"Pinta tu aldea y pintarás el mundo" aseveró Tolstoi hace más de cien años. Como un consejo, sabio, para todo artista, el escritor utilizó el término "pintar" para, una vez más, hacer mucho más universal el lenguaje del arte. Qué importa que sean pinceladas, melodías o historias, aquí de lo que se trata es de iluminar aquellos temas que desvelan a todos los hombres, de todos los tiempos y de todos los rincones.

Subir a escena los pormenores de los vínculos entre los hijos y sus padres tiene tantos años como el teatro mismo. Ya lo contaba Sófocles en la tragedia griega más conocida de todos los tiempos, Edipo Rey, y ya lo hizo Shakespeare con su Hamlet e incluso con Rey Lear. Los ejemplos son incontables. Pero, claro, aunque los conflictos se mantengan a lo largo de la historia lo cierto es que cada época reclama revistar cuestiones diferentes. Ya no hay tronos ni dinastías en puja pero reclamar el amor de un padre sigue siendo un asunto que desvela a muchos hijos. Aunque en cada obra el tema se centre en una familia en particular, la traslación a todas las familias del mundo se hace en un tris. Y luego el paso de esa familia a una estructura superior, a un estado que invisibiliza al diferente, que está imposibilitado de aceptarlo, será el subtexto que atraviese todas las piezas.

La cinematografía nacional durante lo que va de este año ha mostrado una gran preocupación sobre estos vínculos en sus temáticas con un fuerte diálogo con nuestro tiempo. Sucede en Una especie de familia, la película de Diego Lerman que acaba de ganar el premio al mejor guión en San Sebastián, que indaga en la lucha desesperada de una mujer por convertirse en madre, los caminos dificultosos a la hora de adoptar, el entramado corrupto y organizado que incluye a jueces, médicos, enfermeras, la angustia de aquella madres que sin recursos entregan a sus hijos desamparadas y olvidadas y las otras, las adoptantes, igual de solas; sucede en Alanis de Anahí Berneri que tiene a Sofía Gala en su papel consagratorio que se adentra en el universo de esta joven mujer que trata de conjugar su trabajo con su maternidad, solo que en este caso su trabajo es la prostitución y su entorno (espectador incluido) no hace más que juzgarla. Incluso en Mamá se fue de viaje de Ariel Winograd que a pesar de su construcción clásica, con personajes más estereotipados y libres de contradicciones, pone en cuestión el patriarcado, el rol de la madre tan invisible y vital.

En nuestra cartelera teatral rica en propuestas que van desde puestas clásicas a las más arriesgadas, la relación de los hijos con sus progenitores está a la orden del día. Aunque la familia porteña más conocida esté de gira por Europa promete regresar a las tablas en febrero. La omisión de la familia Coleman, la obra de Claudio Tolcachir que está en cartel hace 13 años y que recorrió el mundo, visitó 22 países, la vieron más de 250 mil espectadores en casi dos mil funciones, es quizás el ejemplo más significativo.  

Algunas propuestas que vale la pena no dejar pasar, que abordan el tema desde diferentes ópticas pero con la sensibilidad y la agudeza que caracteriza a nuestro teatro.

Prueba y error (Diego Mares)
Prueba y error (Diego Mares)

1) Prueba y error, de Juan Pablo Gómez es quizás la propuesta más radical y profunda. Estrenada en 2015, la obra plantea una investigación teatral que incluye a todos los elementos escénicos. De entrada, el espectador se topa con un diseño lumínico tan singular como original. Es que su creador, Matías Sendón, considera a la luz un elemento que debe dialogar con la obra en su totalidad y no un recurso invasivo y externo. Amalgamada así la luz con la pieza, en un comienzo ilumina por separado las distintas situaciones que suceden a través de una lámpara portátil a la vista de todos como así a quien la lleva. Y por ahí andará la clave de esta obra: el artificio teatral expuesto a más no poder para dejar visible el dolor que sufren los personajes.

Un padre narcisista y resentido, su hija de 13 años, una madre con serios problemas psiquiátricos y un entorno que perturba mucho y ayuda poco. En medio de este caos de egos, el crecimiento de una niña (una actuación sobresaliente) que puja por mantener su recorrido.

Si las obras realistas buscan hacer olvidar al espectador que estamos en el teatro para que realmente se adentre en los problemas que sufren los personajes, aquí la búsqueda es la contraria: todo el tiempo la obra nos reclama atención, reflexión y sobre todo nos proporciona la certeza de que estamos en el teatro, nos pide que no nos olvidemos de eso para poder, entonces, con la conciencia plena, acceder a los personajes, investigarlos, conocer sus contradicciones, sus falencias. Todos los vacíos expuestos en Prueba y error deberán ser completados por cada uno. Aquí la única certeza es la nada.

Mi hijo solo camina un poco más lento (Nora Lezcano)
Mi hijo solo camina un poco más lento (Nora Lezcano)

2) Mi hijo solo camina un poco más lento. La obra del croata Ivor Martinic que subió a escena Guillermo Cacace hace ya tres años se convirtió en un verdadero fenómeno del off. Con todo el artificio teatral también a la vista, el desgarro queda expuesto, palpable. Aquí la historia se centra en un joven en silla de ruedas, su madre que sufre por su condición y una familia que ignora, niega, calla. A pesar de que su dramaturgia provenga de muy lejos, el conflicto es universal. Una familia que no puede aceptar las diferencias, el desamparo que viven sus integrantes, la búsqueda de una felicidad que se escabulle, el intento por ser parte de la norma, la norma que pesa y sojuzga.

Una madre (brillantemente interpretada por Paula Fernández Mbarak) muestra su angustia a plena luz del día. Es que esta obra comenzó con los ensayos y, como todo lo que sucede en el off, se realizaban cuando se podía. Por eso, el grupo –que además es numeroso porque son 11 personajes- se juntaba por las mañanas en la sala que Guillermo Cacace lleva adelante hace 15 años, Apacheta. La ventana gigante de la sala filtraba la luz del pleno día y bañaba de claridad a la escena. Para ese entonces este factor pasaba totalmente desapercibido. Cuando estrenaron de noche algo de esa magia parecía perderse y fue entonces cuando decidieron arriesgarse a esos horarios matutinos con tal de no perder esa frescura.

Como si pasara un tren (Diego Mares)
Como si pasara un tren (Diego Mares)

3) Como si pasara un tren es otro caso en el que la relación de madre e hijo es protagonista indiscutida de la pieza. A esa dupla inquebrantable y que durante tantos años pareció funcionar, claro, con tantos tintes disfuncionales para las miradas ajenas pero para ellos esa relación los contenía y los protegía, se suma una tercera persona que los desconfigurará por completo. Una prima llega a esta pequeña ciudad desde la capital. Sus ínfulas citadinas, cierto aire de liberación y rebeldía sacudirán por completo la estructura de la casa, esa zona de aparente calma y tranquilidad que madre e hijo tienen armada.

Lo interesante de la pieza de Lorena Romanin que transita por su tercera temporada, es que parte de una historia aparentemente sencilla para lograr una profundidad y recorrer todo tipo de emociones y de estados. Ninguno de los tres volverá a ser el mismo, por suerte, y los espectadores serán testigos privilegiados de esos cambios.

Todas las canciones de amor (Diego Mares)
Todas las canciones de amor (Diego Mares)

4) La brillante pieza de Santiago Loza, que Alejandro Tantanian dirige y tiene a Marilú Marini en el centro de la escena es otro imperdible indiscutido. En Todas las canciones de amor una madre espera el regreso de su hijo que será de un momento a otro. Hace tiempo que no se ven y la espera se vuelve la excusa perfecta para que esta mujer se desnude ante la platea que se convierte en su confidente y narre sus intimidades, en principio las más cotidianas pero de a poco se abrirá y entonces los secretos más guardados y los dolores saldrán a la luz.

Siempre encontrarse con un texto de Loza es un plan en sí mismo. Sus personajes, criaturas olvidadas, tienen por fin un momento de protagonismo porque el autor es un verdadero justiciero de estos seres. Por eso es común toparse con sus textos en obras de unipersonales femeninos porque su verdadero arte es meterse en el universo más íntimo de sus personajes, recorrerlos, conocerlos milimétricamente. ¿Qué mejor entonces que una obra para un solo personaje que le da el tiempo a la platea de conocerlo? Si a este texto bellísimo le sumamos la actuación majestuosa de Marilú Marini y la dirección precisa de Alejandro Tantanian la propuesta se vuelve sumamente atractiva.

La fiesta del viejo (Diego Mares)
La fiesta del viejo (Diego Mares)

5) La versión libre de Rey Lear que Fernando Ferrer hace en La fiesta del viejo es tan actual que podemos olvidarnos por completo que estamos frente a un Shakespeare. Es que la decisión que Ferrer es conservar el tema pero traerlo al presente a ver qué sucede. El resultado es contundente: los tiempos pasan, con ellos cambian los paradigmas, ya no hay reinados en conflicto pero los problemas del ser humano siguen siendo los mismos.

En lugar de ser un rey, el Viejo (Abian Vainstein en un papel imperdible) de esta versión es el presidente de un club de barrio. Sus tres hijas llegan hoy al cumpleaños de su padre y a asistir el reparto de su herencia. Los espectadores disfrutan de una copa de vino y unos knishes para comer antes de la función porque la celebración es completa. La sala del Espacio Callejón se vuelve galpón de club, la música en vivo se filtra por los rincones y todo es tan cierto (incluyendo referencias de calles próximas) que por momentos el espectador se siente parte de esa fiesta. Pero a no olvidar que se trata de una tragedia shakespeareana.

 

* Para agendar:
Prueba y error, domingos a las 17 en el Portón de Sánchez.
Mi hijo solo camina un poco más lento, sábados a las 14 y domingos a las 11.30 y 14 en Apacheta Teatro.
Como si pasara un tren, sábados y domingos a las 20 en el Camarín de las Musas.
Todas las canciones de amor, de jueves a domingos en el Paseo La Plaza.
La fiesta del viejo, domingos a las 12 del mediodía en Espacio Callejón.

 

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