La culpa es de todos

Antes las cosas se sabían y se tapaban, nadie hablaba del tema. En la actualidad, todo sale a la luz. Día a día nos enteramos de cosas terribles que hasta el momento estaban escondidas.

Hablar de lo que pasa, no quedarse callado, asumir la responsabilidad que le toca a cada uno desde el lado que se encuentra. Y finalmente salvarnos entre todos de las cosas malas que nos rodean, poner un freno a la situación. Es algo que parece complicado, pero es posible.

¿Por qué no decirlo? ¿Cuál es el precio de mostrarlo? ¿Quién se cree juez y jurado para decidir lo que está bien y mal?

Como espectadores llegamos a un pueblo del interior, y nos toca presenciar un hecho doloroso. Una mujer se enferma y no sabe qué hacer, está preocupada, pero no por ella, sino por su hija. No recibe la ayuda de nadie, al parecer es culpable. Sabemos que es inocente, y aun así, no podemos hacer nada por ella. ¿De quién es la culpa? De todos.

“Yo no salgo. Hay otros casos, otros con esa enfermedad” dice en un momento la protagonista, resumiendo en simples palabras el desprecio e indiferencia de los demás, no queriendo hacerse cargo de la situación, importándoles muy poco la suerte del que está caído, que necesita ayuda. Nada más importa, mientras a mí no me pase nada.

Una dramaturgia de Lisa Caligaris y Verónica Dragui impecable, tocando un tema tan delicado, reflejando una realidad triste, oscura, que nadie quiere ver y vivir, pero que está. Lo vivimos, y nos hacemos cargo, siendo conscientes, asumiendo la responsabilidad.

Un trabajo hermoso de Lisa en escena, siendo una mujer señalada, dolorida, inmersa en la desesperación por su hija. Poniéndose en la piel de miles de mujeres que sufren el avasallamiento, y que a pesar de todo, no se rinden.

Un espectáculo que impacta, justamente por mostrar la realidad en la que vivimos. Por eso debe ser visto por cada uno de nosotros.

Ficha:

Actuación: Lisa Caligaris

Dirección: Verónica Dragui